jueves, 20 de agosto de 2015

Esa piel puede ser particular


¿Pero qué estás buscando?, me preguntó. Lo pensé. Una vez, dos veces. ¿Estoy buscando? Sí, demasiado. Al punto de que ya no quiero buscar más, porque me dicen, y también me digo, que las cosas aparecen cuando no las buscás. Pero me resulta inevitable estar esperándolo e imaginando en dónde, cuándo, cómo, por qué y de qué manera voy a conocer a ese. También me pregunto quién.

Después de un rato fui tipeando: necesito sentir. Me preguntó si nunca había sentido. Me lo pregunté. Sentí, pero sentir para mí fue que me hagan dificil algo y me saltó la caprichosa que quiere aquello que no tiene. Eso no es sentir. O eso no busco. Busco algo mutuo, busco querer y ser querida, busco. Justamente, busco. Error.

Entonces situaciones, que seguramente tengan que tener ciertas características que no puedo descubrir y, por ende, tampoco enumerar, tiene un posible futuro. Me gusta su música, me gusta su forma de ser. No lo conozco. Nada. Pero me acuesto y pienso. Y estoy en el bondi y pienso. E imagino. Imagino qué va a pasar la próxima vez que lo vea, imagino qué va a pasar en dos años. Cuando imagino todo sale bien. Demasiado bien.

No quiero más agarrarme de mínimas situaciones por mi ausencia de verdaderos y concisos sentimientos. No sé por qué, pero no quiero. Siempre soñar me resultó lindo, pero a veces es tan inalcanzable y eso resulta tan evidente que tengo miedo. Tengo miedo de que siempre mis realidades queden opacadas por mis sueños, que cada relación (palabra que jamás pude incorporar en cuanto a mi vida) viva bajo la sombra de aquello que vive en mi mente antes de irme a dormir.

Tengo miedo. Tengo miedo de darme cuenta, algún día, que todo eso no existe, de que jamás va a pasar, y de que solamente voy a poder ser así de feliz en mi cabeza. Y, aunque no hay nada más real de lo que uno se imagina, tampoco existe nada más placentero que tener el cielo en las manos en la vida real. Y aunque parezca contradictorio con lo que algún día escribí, no lo es para nada, porque me declaro de ese grupo al que tanto criticaba.

Hoy soy de esas mediocres que no quiere soñar más porque sabe que jamás va a cumplir aquello que sueña. Salvo que exista la posibilidad de enredarse en el sueño para siempre, y que eso se convierta en mi realidad. Seguro en mis sueños voy a poder amar y envejecer, y escuchar una canción de amor que me recuerde a alguien.

Seguro que sí. Pero no se puede, así que me quedo acá. Donde el sol del mediodía sí quema. Remando contra viento y marea, o tal vez no. Sólo me falta darme cuenta para dónde tira el río y asegurarme que para ahí quiero ir.

Nati

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

60% de engancharme

El amor es bello. Aparece como algo que no sabíamos que lo necesitábamos, aparece para hacernos ver que es nuestro todo, para ha...