lunes, 31 de agosto de 2015

Desliz


Perder la capacidad de desliz es lo peor que puede pasar. Perder espontaneidad, sinceridad, a eso me refiero con desliz. A esas cosas que te surgen sin pensarlas, que decimos y hacemos sin procesar. Esos deslices que tantos problemas nos traen, que tanto alboroto causan, que nos hacen decir "perdón, fue un desliz". Por culpa de diversos factores, perdí la capacidad de desliz por un tiempo. Bah, no me gusta decirle capacidad, porque no hay que ser capaz en nada, simplemente hay que saber ser y no permitir que otras cosas nos saquen lo más valioso, la característica de pasar las cosas sin filtro, de ser sincero, de no frenarnos por ningún qué dirán ni ninguna otra restricción. Pero retomé, volví, estoy teniendo otro desliz. FABULOSO.
Nati

lunes, 24 de agosto de 2015

15


Dicen que los quince años de una mujer son muy importantes. Que es de las edades más lindas, que una niña se hace mujer, entre otras cosas. Ya hace 5 meses que deje de tener, el cuatro de marzo, deje los quince. O no los dejo, nunca los voy a dejar, como todo, dejaron una huella en mí. Pero la respuesta a la típica pregunta de viernes a la noche no va a ser más quince. Va a ser uno más. Ya es dieciséis.

Estuve analizando si la importancia es lo que pasa en ese año con quince años o lo que se fue acumulando de la vida. Entonces pensé un poco sobre mis quince años vividos y también lo que me pasó en ese año en que casi me aburrí (o divertí) de contestar "quince".

En quinces años logré querer, creer querer, y creer odiar. Jamás odié. No me acepté, no me animé a mirarme al espejo. Un día me animé y no me quise. Y aprendí a quererme, o a aceptarme. Me equivoqué, me equivoqué mucho. Me arrepentí algunas veces y otras no. Hice muchas cosas bien y me sentí orgullosa. De otras no me di cuenta. Jugué y todavía me quedan ganas de seguir jugando. Me peleé mucho con mis hermanas y mis papás pero poco con personas fuera del círculo de mi familia. Tal vez me hubiera gustado pelearme un poco más, gritar más mi descontento y desacuerdo con algunas cosas que no soporté escuchar. Crecí en centímetros y en cerebro, y en vivencias, y en madurez. Me hice más chiquitita en orgullo y sigo en proceso. Bailé chiquititas, siempre muy mal, siempre de una manera muy particular, pero siempre feliz. Me reí mucho, me reí por primera vez por unas cosquillitas de mamá y desde ahí no paré hasta hace un segundo. Y pienso seguir. Canté en la ducha, y también la canción que me enseñaron en salita de cinco. Escribí mi primer cuento en tercer grado pero la primer historia en mi cabeza aún cuando no tenía uso de razón. No podría escribir todo. Aunque crean que quince años es poco, se equivocan. Quince años tal vez no sea ni un cuarto de lo que me va a pasar, pero prometo que para quien soy hoy es todo. Y es mucho.

Ahora la otra fase. Lo que logré en este último año. Lo que significó para mí esta edad vista como tan dulce y a la vez, diabólica.

Me agarré a las piñas con mi orgullo. Terminamos los dos medio golpeados, pero yo sigo más de pie que él. De vez en cuando tenemos algún encontronazo. También me peleé con mi cerebro que me quiere ganar. Que se piensa que puede más que yo. En general me gana. Pero confío en los dieciséis para fortalecerme y dejarlo nocaut. Logré valorar lo que tengo. Logré hacer lo posible por disfrutar cada momento al máximo porque todo es irrepetible. Transformé equivocaciones en experiencia, lágrimas en palabras, nervios en conocimiento. Supe elegir con quienes no quiero dejar de reir y quiero a mi lado, y a quienes, por más del cariño que les tuve, es mejor tenerles cierta distancia. Aprendí que persevera y triunfarás no es tan aplicable pero que es lindo mientras hacés todo por algo y creés que vas a lograrlo. Me sentí una rebelde y al segundo, la más sumisa del mundo. Lloré, lloré mucho, pero podría haber llorado mucho más. Y como nunca dejo de destacar, me reí hasta que me dolió la panza.

Pero algo tengo que desmentir. Nada de eso de que te hacés mujer es cierto. Lo que sí... ya me puedo considerar con todas las letras una niña en proceso, más comúnmente denominado en la lengua hispana como adolescente.

Nati

jueves, 20 de agosto de 2015

Esa piel puede ser particular


¿Pero qué estás buscando?, me preguntó. Lo pensé. Una vez, dos veces. ¿Estoy buscando? Sí, demasiado. Al punto de que ya no quiero buscar más, porque me dicen, y también me digo, que las cosas aparecen cuando no las buscás. Pero me resulta inevitable estar esperándolo e imaginando en dónde, cuándo, cómo, por qué y de qué manera voy a conocer a ese. También me pregunto quién.

Después de un rato fui tipeando: necesito sentir. Me preguntó si nunca había sentido. Me lo pregunté. Sentí, pero sentir para mí fue que me hagan dificil algo y me saltó la caprichosa que quiere aquello que no tiene. Eso no es sentir. O eso no busco. Busco algo mutuo, busco querer y ser querida, busco. Justamente, busco. Error.

Entonces situaciones, que seguramente tengan que tener ciertas características que no puedo descubrir y, por ende, tampoco enumerar, tiene un posible futuro. Me gusta su música, me gusta su forma de ser. No lo conozco. Nada. Pero me acuesto y pienso. Y estoy en el bondi y pienso. E imagino. Imagino qué va a pasar la próxima vez que lo vea, imagino qué va a pasar en dos años. Cuando imagino todo sale bien. Demasiado bien.

No quiero más agarrarme de mínimas situaciones por mi ausencia de verdaderos y concisos sentimientos. No sé por qué, pero no quiero. Siempre soñar me resultó lindo, pero a veces es tan inalcanzable y eso resulta tan evidente que tengo miedo. Tengo miedo de que siempre mis realidades queden opacadas por mis sueños, que cada relación (palabra que jamás pude incorporar en cuanto a mi vida) viva bajo la sombra de aquello que vive en mi mente antes de irme a dormir.

Tengo miedo. Tengo miedo de darme cuenta, algún día, que todo eso no existe, de que jamás va a pasar, y de que solamente voy a poder ser así de feliz en mi cabeza. Y, aunque no hay nada más real de lo que uno se imagina, tampoco existe nada más placentero que tener el cielo en las manos en la vida real. Y aunque parezca contradictorio con lo que algún día escribí, no lo es para nada, porque me declaro de ese grupo al que tanto criticaba.

Hoy soy de esas mediocres que no quiere soñar más porque sabe que jamás va a cumplir aquello que sueña. Salvo que exista la posibilidad de enredarse en el sueño para siempre, y que eso se convierta en mi realidad. Seguro en mis sueños voy a poder amar y envejecer, y escuchar una canción de amor que me recuerde a alguien.

Seguro que sí. Pero no se puede, así que me quedo acá. Donde el sol del mediodía sí quema. Remando contra viento y marea, o tal vez no. Sólo me falta darme cuenta para dónde tira el río y asegurarme que para ahí quiero ir.

Nati

viernes, 14 de agosto de 2015

🎶MUSICA🎶


Una más de las melodías del mundo, allá va
Mientras algunos siguen tratando de ganarle a la muerte, lograr viajar en el tiempo y sentirse más jóvenes, entre otras cosas; otros entendieron que todas esas búsquedas son utopías y hay una manera (una sola) de lograr eso, y mucho más, y todo lo que quieras. La música.

Así como te trae de vuelta a quien se fue, como te lleva a otros tiempos, como te pone del mejor humor con “simplemente un par de acordes”, también hay una relación directa con el amor. Sí, qué paja hablar de amor, qué cursi, qué palabra de mierda, pero todos caímos, estamos cayendo o vamos a caer. O a subir. Bueno, eso depende de lo que crean que es ese tan desfigurado, toqueteado y malgastado concepto.

Las canciones que ayer te hacían soñar con algún día poder sentirlo y hoy te mueven el piso como nada haciendote pensar en esa persona y sintiendo que quien la escribió realmente habla de vos; quizás mañana te hagan llorar porque vas a estar solo y nunca más vas a volver a estar tan pleno como estabas antes y desearías volver a estar; y por ahí pasado mañana te hagan sentir vacío, simplemente vacío, y no triste, porque ya no sentís más nada, porque esa persona desapareció, porque ya no te tiembla ni el piso, ni las paredes, ni el corazón.

Es lo que dije siempre, la música es un arma de doble filo. Ayer te dio esperanza, hoy te hace feliz, mañana te angustia, pasado te recuerda lo que ya no te pasa más. Lo que sí: siempre hace. Pensar, sentir, sentir, sentir, sentir, sentir, pensar, sentir, sentir, sentir, sentir. Eso es la música. Por eso admiro a quienes la hacen, la tocan, la cantan y la escriben. Creo que no debe haber cosa más linda que poder generar lo más puro y sensible que hay en el mundo.

Y no sé cómo explicarte, porque sentirlo es mejor.

Nati

60% de engancharme

El amor es bello. Aparece como algo que no sabíamos que lo necesitábamos, aparece para hacernos ver que es nuestro todo, para ha...