lunes, 24 de agosto de 2015

15


Dicen que los quince años de una mujer son muy importantes. Que es de las edades más lindas, que una niña se hace mujer, entre otras cosas. Ya hace 5 meses que deje de tener, el cuatro de marzo, deje los quince. O no los dejo, nunca los voy a dejar, como todo, dejaron una huella en mí. Pero la respuesta a la típica pregunta de viernes a la noche no va a ser más quince. Va a ser uno más. Ya es dieciséis.

Estuve analizando si la importancia es lo que pasa en ese año con quince años o lo que se fue acumulando de la vida. Entonces pensé un poco sobre mis quince años vividos y también lo que me pasó en ese año en que casi me aburrí (o divertí) de contestar "quince".

En quinces años logré querer, creer querer, y creer odiar. Jamás odié. No me acepté, no me animé a mirarme al espejo. Un día me animé y no me quise. Y aprendí a quererme, o a aceptarme. Me equivoqué, me equivoqué mucho. Me arrepentí algunas veces y otras no. Hice muchas cosas bien y me sentí orgullosa. De otras no me di cuenta. Jugué y todavía me quedan ganas de seguir jugando. Me peleé mucho con mis hermanas y mis papás pero poco con personas fuera del círculo de mi familia. Tal vez me hubiera gustado pelearme un poco más, gritar más mi descontento y desacuerdo con algunas cosas que no soporté escuchar. Crecí en centímetros y en cerebro, y en vivencias, y en madurez. Me hice más chiquitita en orgullo y sigo en proceso. Bailé chiquititas, siempre muy mal, siempre de una manera muy particular, pero siempre feliz. Me reí mucho, me reí por primera vez por unas cosquillitas de mamá y desde ahí no paré hasta hace un segundo. Y pienso seguir. Canté en la ducha, y también la canción que me enseñaron en salita de cinco. Escribí mi primer cuento en tercer grado pero la primer historia en mi cabeza aún cuando no tenía uso de razón. No podría escribir todo. Aunque crean que quince años es poco, se equivocan. Quince años tal vez no sea ni un cuarto de lo que me va a pasar, pero prometo que para quien soy hoy es todo. Y es mucho.

Ahora la otra fase. Lo que logré en este último año. Lo que significó para mí esta edad vista como tan dulce y a la vez, diabólica.

Me agarré a las piñas con mi orgullo. Terminamos los dos medio golpeados, pero yo sigo más de pie que él. De vez en cuando tenemos algún encontronazo. También me peleé con mi cerebro que me quiere ganar. Que se piensa que puede más que yo. En general me gana. Pero confío en los dieciséis para fortalecerme y dejarlo nocaut. Logré valorar lo que tengo. Logré hacer lo posible por disfrutar cada momento al máximo porque todo es irrepetible. Transformé equivocaciones en experiencia, lágrimas en palabras, nervios en conocimiento. Supe elegir con quienes no quiero dejar de reir y quiero a mi lado, y a quienes, por más del cariño que les tuve, es mejor tenerles cierta distancia. Aprendí que persevera y triunfarás no es tan aplicable pero que es lindo mientras hacés todo por algo y creés que vas a lograrlo. Me sentí una rebelde y al segundo, la más sumisa del mundo. Lloré, lloré mucho, pero podría haber llorado mucho más. Y como nunca dejo de destacar, me reí hasta que me dolió la panza.

Pero algo tengo que desmentir. Nada de eso de que te hacés mujer es cierto. Lo que sí... ya me puedo considerar con todas las letras una niña en proceso, más comúnmente denominado en la lengua hispana como adolescente.

Nati

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