domingo, 27 de septiembre de 2015

SOMOS LAS PALABRAS QUE CUENTAN LO QUE SOMOS


Un abismo separa a las palabras de la realidad. Son dos conceptos distintos, que hasta resulta grotesco escribir uno al lado de la otro. Casi podría jurar que son opuestos. La palabra finge querer poder narrar la realidad, pero lo que en su lugar hace es llevar a las cosas a otro plano. Un plano donde la perspectiva es otra, donde las reglas son diferentes y donde lo que en el mundo es, ya no es; y lo que en la realidad nunca podría ser, allí se establece sin oposición alguna.

La palabra es un viaje. Es un vuelo, a veces con turbulencias, y otras muy tranquilo. Un vuelo que puede estrellarse, como llegar sano a donde debe hacerlo. Puede también ser un vuelo sin destino, un vuelo eterno, un vuelo sin conclusión alguna; o uno muy corto, con dirección exacta e inalterable. La palabra puede ser dolor, puede ser penas, puede ser llanto; y también puede ser risas, chistes y hasta sexo. La palabra es lo que uno quiere que sea. La realidad simplemente es; y hay que entenderla y vivirla.

La utópica actividad de tratar de escribir la realidad es mi cable a tierra. Intento apalabrar mi verdad. Llevar a ese plano de ensueño lo que, por definición, es imposible. Es ese empeño lo que a mí me gusta y lo que quiero hacer toda la vida. Bueno quizás no, pero hoy, sí, y en el plano de la realidad, el presente es la única cosa; y en el otro, ese que describí en el primer párrafo, no sé bien, supongo que si escribo que así sea, así será.

Nati

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