lunes, 11 de enero de 2016

LA PALABRA PROHIBIDA


Para mí, desde el vamos, está todo mal. Se habla de "el" amor. Como si fuera uno. Como si fuera único. Omitiendo que por ser personas distintas, podemos amar de miles de formas; y aún así cada individuo tiene distintas maneras de amar según a quién va dirigido el sentimiento. Pero, igual: seguimos llenándonos la boca de "el amor", pintando corazones rojos, idealizando la sensación, llevándola a un plano en el que probablemente jamás lo alcancemos en nuestra vida.
Primero me indignaba cuando veía a mi mejor amigo, por ejemplo, excesivamente fanático y desesperado por River. Después lo entendí, y le creí tanto, que no creo que mienta cuando él dice que es amor. Veo como lo siente; me lo hace sentir a mí también, y a cualquiera con quien habla, aunque sea de San Lorenzo o Boca Juniors.
También desconfiaba de la militancia política. Me parecía una ceguera idiota, en muchos casos, injustificada, careta, para aparentar, para sentirse parte. Aunque situaciones de esas no faltan, en ningún rubro, dejé de dudar de la sinceridad de esa cuestión para algunos. Entendí que también es pasión. Que les llena el cuerpo. Que sienten la idea en el alma y moverse por concretarla es un acto profundo de amor. O de enamoramiento. "El amor es burgués y el enamoramiento, militante", como me dijo mili.
Y en la misma bolsa, aunque totalmente otra, aparece la música. A esta altura del texto, obviamente no voy a negar, sino a admirar esa devoción por una banda, un músico, por lo que generan sus notas en uno. Creo que se puede estar enamorado de la música, de una ideología, de un equipo de fútbol. Y aunque ese tipo de emociones, sobretodo en el caso del deporte, para algunos pueda ser superficial y estúpido, a mí me habla de sensibilidad, porque vos podés no entenderlo, pero él lo está sintiendo a flor de piel, y también muy adentro; por todos lados. Y no lo podés negar.
Lo que no sé bien si creo es en el amor de amor. En esa idea trillada. En el corazón rojo. En ese que se plasma con un beso. En el que es de a dos. En el de los chocolates y las flores. Sí, justo de ese, me atrevo a desconfiar. Porque nunca vi a Gon perder su sentimiento por River (a pesar de los enojos), ni tampoco a Mili abandonando su alma militante. Jamás encontré a Toty sin sentir nada al tocar la guitarra. Pero sí supe de personas pisoteando y olvidando a quien solían amar.
Es así: existen muchos amores, pero sólo son reales los que duran para siempre. Si no, no era amor. Era un error.

Nati

No hay comentarios.:

Publicar un comentario

60% de engancharme

El amor es bello. Aparece como algo que no sabíamos que lo necesitábamos, aparece para hacernos ver que es nuestro todo, para ha...