domingo, 22 de noviembre de 2015

MILITANCIA INFINITO PUNTO


Siempre tomé con pinzas el concepto de militancia. Consideraba que de por medio podían haber intereses económicos, de comodidad, e incluso de superioridad dentro del propio partido o intento de.

Un día, hoy, por ejemplo, me di cuenta que yo también milito. No en un partido, tampoco en un “algo” sin nombre con fines políticos. Es simplemente mi propio actuar que trata de cambiar una realidad que no le cabe para nada. Hablo en criollo, hablo en mi idioma, en lo que se escucha en la calle, en lo que se lee en twitter, en facebook, en un diario íntimo de algún gil que escribe con faltas de ortografía o en un mensajito de texto.

Siempre, políticamente refiriéndose, se habla de cambiar las cosas de raíz. Toda mi vida dije “sí, mal”, con muchas emes, porque me gusta decir “mal” enfatizando en su primer letra. Creo que nunca lo entendí demasiado hasta recién, hasta hace un rato, que dentro de una lucha exteriormente estúpida me di cuenta que simplemente quería modificar la primer carta de la torre de cartas esa re difícil que algunas personas hacen y siempre un gracioso idiota la sopla y se cae.

Sí, la primer carta. La primer carta no es la pobreza, no es el dólar, no es el subte, no es el pozo ese que agarrás con tu auto cada mañana y te hace putear a la mamá del pozo, a tu propia mamá, a Macri o a Dios que, encima, pobre, ni siquiera sabe si existe. La primera carta es una sonrisa, un “perdón”, un “gracias”, un “por favor”, un ‘mejor lo dejo pasar porque se nota que está apurado’, un ‘ya fue, a mí me da igual’.

No sé si se entiende. No me importa. Mentira, sí, sí me importa, porque este es un intento más de lo que trato con mi militancia. ¡Sí! De repente yo también milito, desde otro lado, algo apolítico quizás, algo iluso, algo excesivamente sentimental, pero sí, soy sensible, siempre lo digo. No milito con banderas, ni con cantos creativamente pensados, ni con un atractivo nombre de agrupación, ni con la simpatía de algún político que pone el nombre en representación de mi pensar.

Milito con mi sentir, con mi fe de que la primera carta es lo que simplemente se llama buena predisposición. Digo “simplemente” porque es una estupidez, porque no es lógico luchar por algo que en realidad es tan natural del ser pero que está corrompido por no sé qué y un beso a Russeau y a Hobbes.

Digo “simplemente”, también, para enfatizar lo estúpido que es buscar algo como eso cuando en realidad si todos lo entendieran, existiría un bienestar general utópico, pero posible, o acercable, disfrutable, lógico, ideal.

Si, sencillamente, entendieran que con dar algo bueno, uno recibe algo bueno. No, no es esa estupidez de “lo que va, vuelve”; quizás sí, quizás también, pero el simple hecho de generar algo bueno en otro, genera algo bueno en uno. Yo cuando me subo al colectivo, cuando me compro un pancho, cuando pregunto dónde queda una calle o cuando llamo a la pizzería para que me traigan una grande de muzarella; me siento feliz al decir los famosos tres dichos de la cordialidad, al sonreir (aunque el otro no lo vea), al tirar un chiste poco gracioso pero simpático o al básicamente jajajajear una gracia pésima pero de tan mala algo simpática que esbozó con quien hablo.

Solo quería expresar eso. Hacer las cosas las hace cualquiera, pero hacerlas bien, o al menos con esa intención, pocos; lamentablemente pocos; y si la gente lo hiciera un poco más, las cosas serían distintas. TODO, todo lo malo desde que Adán o su hijo o Eva (nunca entendí bien la historia) mordió la manzana, nace de eso.

Chau.

Nati

martes, 3 de noviembre de 2015

Un desconocido


Haberme dado cuenta que quien ya no está a mi lado no vale la pena, ¿me tranquiliza, por el hecho de que ahora estoy lejos? ¿O me angustia, por haber compartido tanto con quien no lo merecía? ¿O me da miedo, por haberme confundido así y que pueda volver a suceder?

¿Siempre fue así? ¿O es una víctima de las vueltas que la vida le jugó? El cree que ganó, siempre lo creyó, o al menos eso demostraba.

Pero un día, no sé quién me dijo que a veces tener todo es triste, porque "todo" significa "muchas cosas", y generalmente esas pocas que quedan afuera tienen la esencia, son lo real, lo que afecta debajo de la máscara.

Entonces, solo me queda sentir pena. Tendré pocas cosas, pero por lo menos son de esas que bailan en las entrañas. A vos, ni la maldad te es real. Por eso; ni odiarte puedo. Solo sentir un poco de lástima. Y recomendarte comprar otra careta.

Nati

60% de engancharme

El amor es bello. Aparece como algo que no sabíamos que lo necesitábamos, aparece para hacernos ver que es nuestro todo, para ha...