domingo, 4 de octubre de 2015

CEMENTERIO DE PALABRAS CUZADAS


Me encuentro con un espacio en blanco que me pide, con una ausencia de palabras que me está diciendo mucho. Me pide en silencio, pero a gritos. O capaz que me lo pido yo, desesperadamente. Con una necesidad inmensurable de plasmar lo que ronda en mi cabeza que necesita ser palabras para ser. Con intuición de que si lo plasmo me decepcione, me de cuenta de que es poco, de que es lo de siempre. Con miedo a percatarme de que lo superado no lo estaba tan, con miedo a conocerme y a saberme otra vez. Saber cosas que ya sé y conocer a quien ya conozco demasiado. A mí, esa chica llena de palabras, pero que cuando necesita vomitarlas para saber su hoy teme, se esconde. Se calla. Como el espacio en blanco que ya no está tan en blanco. Pero ahora simplemente susurra.

A veces es mejor el blanco, es mejor el silencio. El vacío da lugar a imaginar, a leer lo que uno tenga ganas de leer. Las palabras generan para el que lee una aclaración, una indicación, un hecho, algo que naturalmente es así. Aunque para el que escribe, escribir es volar, es ser, es imaginar y liberarse. Así que acá vuelo, acá soy, acá imagino y me libero.

Cuando soy lectora de mis propios escritos es cuando me siento presa de mí y busco desesperadamente la llave. Sin percatarme que salir de lo que escribo es salir de mí. Porque todos estos blablabla soy yo.

Nati

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